Este es otro error común. Se defiende el justo derecho a tener opinión propia, pero se lo defiende mal, con la opción de la terquedad que es -en esencia- la obstinación irreflexiva.
Se defiende el derecho a tener criterio propio con el dudoso "derecho" a no pensar.
Una forma de solucionarlo, creo, está en la obligación que tenemos todos de escuchar con respeto las opiniones ajenas, lo que no impide que también, con respeto, ayudemos a reflexionar al otro.
Practícalo con tus hijos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario