Estar llenos de motivos de queja no es camino para llegar a sentirse bien.
Cierto es que nos ocurren situaciones que no son para dar vivas, pero podemos -al saber estar agradecidos- tomar una perspectiva más optimista, más satisfecha.
No trato de decir que quejarse sea inaceptable, no; (incluso hemos tratado en su oportunidad cómo enseñar a los niños la habilidad social de saber quejarse : http://marthasialer.blogspot.com/2010/03/saber-tratar-con-otros_26.html ).
Hay momentos para quejarse, hay formas para quejarse.
Lo que quiero es aprender a fijarme más en todo lo que tengo, en todo lo positivo que me ocurre, en todas las oportunidades en que he sido bendecida, en lugar de buscar qué me falta, qué desagradable me ocurrió, qué alegría me faltó.
¿Estamos de acuerdo? ¿Podemos hacerlo?
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