En sentido estricto, no podemos vivir solos. Por eso somos sociables, por la necesidad del vivir, del compartir, del recibir a cambio de dar, del apoyarse cuando hace falta.
Sin embargo, hay quienes gozan más con la proximidad humana, son los llamados "sociables".
Otros son más reservados, más conscientes de su propia vida y riqueza interior y gustan de su propia compañía. A veces les llaman "insociables".
Ambos modos están bien si quien es "sociable" o "insociable" se siente feliz siendo como es.
Y, sobre todo, si aprende a no exagerar su propio estilo. Ese es el secreto.
Los que gustan más de tratar gente, deben recordar que también es necesario saber estar solo, saber liberarse de compañías indeseables, saber que hay mil formas de usar el tiempo de vida personal sin estar en medio del bullicio, que saber alejarse no es ser presuntuoso.
Los que gustan de estar más a solas, saber que no hay que privarse de las alegrías que da el trato humano, aprender a buscar a las personas de su agrado, saber que ser sociable no significa necesariamente intimar con todos, aprender a tolerar lo que les puede parecer tontería humana y que, muchas veces, no lo es.
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