Sin discusión, cada quien tiene el poder de decidir cómo emplea su tiempo de vida.
Pero, cuando una de estas personas se te atraviesa en la pista mirando su correo o jugando, y te arriesga a matarla; o cuando alguna persona está a punto de atropellarte porque va riendo o peleando en el teléfono, ¿no te produce indignación?
Sin duda, su libertad se acaba (o debería acabarse) cuando perjudica a otros.
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