Cuando algo nos sucede es inevitable tener una reacción. Ideal sería tener todo previsto, pero así no suele ser la vida real.
Nos acontecen cosas. Pero nosotros decidimos no reaccionar, sí reaccionar, o cómo reaccionar.
El asunto es darle a todo su valor justo, sin desbordarnos por lo que no lo merece.
Sin embargo, acostumbramos dar gran importancia a los contratiempos y dejarnos llevar por emociones exageradas. De esta manera acabamos actuando desproporcionadamente, dramatizando y sufriendo.
Podemos aprender a distinguir entre "desastroso" y "desagradable", entre "horrible" y "triste".
Como dice la difundida receta, compara lo que te sucede y te parece terrible. Dite "Esto es terrible ¿comparado con qué?"
Verás con más claridad.
Reaccionarás mejor, mejor para ti y para los otros.
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