Parece gracioso pero no lo es.
A veces somos tan "buenos amigos" nuestros que resultamos intolerables, insoportables.
Otras, no sabemos serlo, y parecemos nuestros propios enemigos.
Jesús, el Señor, dijo que amáramos a los otros como a nosotros mismos. Parto de ahí.
No seamos tan egoístas que ya resultemos malvados. No seamos tan prácticos que acabemos siendo unos inescrupulosos enemigos públicos.
Cuidemos de nosotros, es nuestro deber y derecho.
Hagamos lo bueno para nosotros, pero sin dañar a nadie.
Aprendamos a tolerar, sin vivir complaciendo a todo el mundo.
Leí un dicho sabio : "Quien se convierte en alfombra, no se sorprenda de que lo pisen".
¡Ánimo!
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