Saber lo que valemos es un gran conocimiento. Y no es fácil poseerlo, siempre nos creemos más o menos de lo que valemos.
Necesitamos tomar real conciencia de nosotros mismos.
No de lo que nos dicen o nos hacen sentir. Esto sirve, pero no necesariamente es lo real.
Vernos cara a cara a veces duele, pero es la manera de crecer. Y saber quiénes somos, con nuestras virtudes y defectos, es el único modo de enfrentar la vida sin miedos, sin odios, sin cinismos.
Porque conocer nuestra valía no es para volvernos cobardes ni insolentes. Ninguno de estos dos tipos de persona sabe lo que vale realmente.
Por nuestro valor como personas es que podemos dar nuestra opinión, cortés pero veraz; mirar cara a cara; expresar nuestros deseos y aceptar que no nos los satisfagan; reír o llorar sin temor al que dirán ; saber que no somos perfectos, pero sin sentirnos humillados, sino movidos a mejorar.
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