Sentir, sentimos todos.
Sentir sólo hermosos sentimientos, ya quisiéramos todos.
Porque somos humanos y nada humano nos es ajeno. Todos sentimos de todo.
Como somos muy listos nos damos cuenta de que algunos sentimientos son nobles y positivos, y también nos damos cuenta de que otros sentimientos no son ni nobles ni postivos.
Vivimos los dos tipos de sentimientos. El que diga que no, que le hagan su altar en el templo.
Pero como somos listos pero no tanto como nos gustaría, a veces no somos capaces de reconocer nuestros sentimientos, y no les damos el nombre que les corresponde.
Y otras veces cerramos los ojos y tratamos de no reconocer lo que sentimos, hasta lo negamos.
Así, a veces a la envidia la llamamos justicia, o nos horrorizamos si alguien nos dice vernos egoístas, ¿egoístas nosotros?, ¡jamás!
Ese "revuelto" de sentimientos trae malestar, porque íntimamente sabemos que nos estamos engañando.
Aplicaremos el proverbial dicho "al pan, pan y al vino, vino".
Reconoce y encara tus sentimientos. Y ya te será más fácil ver qué haces con ellos.
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