Si ante cualquier situación nos encontramos como en una calle sin salida, nos sentiremos muy incómodos, atados.
Es por ello que desde niños aprendimos a buscar alternativas. Si no hago esto puedo hacer aquello, si no tengo esto ..., si no puedo esto ..., si me falla esto...
Casi es como un juego, practicándolo se hace uno experto. No esperemos aprender a jugar en el momento de aparente crisis.
Los contratiempos -por supuesto- nos generan malestar. A nadie le gusta ver sus planes cortados.
Pero mucho peor es quedarse con los brazos cruzados. Esa inacción impotente produce más malestar que el contratiempo mismo.
Entrénate en buscar qué harás si algo no resulta como pensabas. Cómo te sentirías, qué pensarías, qué dirías, cómo obrarías.
Te sentirás más competente y más libre.
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