Sabemos que, a veces, en la oficina, la calle, la escuela, nos encontramos con personas que no nos conocen, no nos quieren mucho o no son la clase de gente que debieran ser. Y llegamos a esos lugares con algo o mucho de aprensión ... pero con buena cara.
¡A nuestro hogar no podemos llegar con aprensión!
Cada uno de la familia, mayores o jóvenes, debe llegar a su casa sabiendo que llega al mejor de los lugares, al lugar donde se le espera, se le comprende, se le aprecia.
Si no se siente eso, cada uno llegará para "encerrarse" en su cuarto o en sus propios asuntos. Y así no se construye ni paz ni familia.
Pensemos por qué no nos sentimos a gusto al llegar a casa, qué podemos hacer unos por otros para mejorar esa situación.
Si uno no sirve para ayudar en su hogar, ¿dónde va a ser uno útil?
Continuaremos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario