Reaccionan mal porque todo parece ofenderlos.
Se molestan con facilidad.
Varían constantemente de humor, por lo que es difícil saber cómo tratarlos cada día.
Han aprendido a reaccionar a capricho, sin autocontrol y sin proporción.
Posiblemente, así han conseguido lo que deseaban o intimidar a la gente para evitar ser heridos.
Malas experiencias o ejemplos a corta edad también pueden haber facilitado que se establezca este estilo de conducta.
Lo mejor será tratarles con discreción, pero sin temor.
Hablándoles claramente cuando ocurra un malentendido , es muy probable que estas personas empiecen a confiar en ti.
Si llegan a conocerte y conocer que tus intenciones son buenas, podrás llevar la fiesta en paz.
Pero estate preparado para cualquier sorpresa.
Reconocemos los defectos ajenos para evitarlos en nosotros.
No para despreciar a la persona.
Sí para tomar la actitud adecuada.
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