Seres de razonamiento perezoso y pobre vocabulario, que no son capaces de expresar una idea si no es cargada de procacidades y suciedades.
Sus groserías suelen orientarse hacia la madre y la mujer, y la sexualidad.
Se encuentran en cualquier lugar, aún entre los que se creen educados, y entre hombres y mujeres.
Hablar así es como una especie de manía compulsiva.
Son seres de conducta muy agresiva, que podría entenderse como fruto de profundas frustraciones y de ambientes emocionales muy elementales.
Su actitud agresiva se hace más notoria cuando su grosería surge sin mediar ningún ataque externo notorio.
Podría suponerse un odio hacia la propia madre, a juzgar por cómo la vapulean con sus expresiones.
Y también, presencia de trastornos emocionales ligados a la genitalidad. Parecen vivir obsesionados con su genitalidad y la ajena.
Son sumamente desagradables.
El trato con ellos es imposible, a pesar de toda la caridad que uno desee practicar. Claro que es de cristianos tratar de hacerlos ver su conducta inadecuada.
Pero si los tratas rebajas tu imagen porque cualquiera pensaría que eres de su misma condición.
Reconocemos los defectos ajenos para evitarlos en nosotros.
No para despreciar a la persona.
Sí para tomar la actitud adecuada.
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