A todos nos gusta ser positivos, amables y comprensivos.
Pero ese deseo NO DEBE llevarnos a ser permisivos.
Una cosa es ser comprensivo y otra -muy distinta- es ser un barco a la deriva.
Observo (con pena) que muchas veces los padres, por mostrar su amor y su tolerancia, acaban portándose como si no existieran normas en la familia ni en la vida.
Si tú no quieres decirle no a tu hijo ... la vida se lo acabará diciendo ... ¡y a gritos!
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