Tus hijos son criaturas de Dios.
Tus hijos tienen una vida eterna.
Tus hijos merecen respeto.
No hagas con ellos nada que no te gustaría que te hagan a ti.
Ponte en el lugar de ellos. Así, hagas lo que hagas, lo harás con respeto.
Con respeto se puede hacer todo, incluso criticar, corregir o castigar.
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